EL DERECHO ES DE TODOS

Años de trabajo con el colectivo de personas con discapacidad nos hacen valorizar tanto los buenos deseos como la eficacia demostrable de las intervenciones, porque no nos conforma que todo siga igual “a pesar” de las buenas intenciones. En toda Latinoamérica hay leyes acerca de las personas con discapacidad, cuya sanción fue celebrada como un logro de la comunidad interesada. En toda Latinoamérica el incumplimiento de esas –y tantas otras- leyes es habitualmente silencioso. Como si fuera una responsabilidad de otros, no sucediera o no lo viéramos. Eso es exclusión y marginación.

¿Cómo vamos a lograr la equiparación de oportunidades si cuando nos encontramos con personas con discapacidad nos comportamos como si fuéramos extraterrestres? La “limosna”, en sentido amplio, es una forma de compensar la culpa vergonzante de excluir que nos empobrece a todos los actores sociales. La inclusión social debe ser por derecho y no por caridad. Incluir es “hacer lugar”; construir “un lugar” es responsabilidad de las familias, los vecinos, los lectores, los periodistas, los especialistas, los educadores, los políticos y los gobiernos.

No se trata de "ellos, los discapacitados, y nosotros", no es cuestión de marcar terriotorios, porque tanto "ellos" como nosotros somos PERSONAS, diferentes sí, tan diferentes, tan diversos como diversa es la humanidad, con lo cual ya es hora de que compartas el espacio que ocupas, el de la libertad, el de la oportunidad, porque si bien todos somos diferentes, ante la ley todos somos iguales. Respetemos eso. La igualdad de oportunidades es un derecho de todos.